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El Peso de la Vida

Supersonic Festival 2010 @ Custard Factory, Birmingham (3ª Jornada - 24-10-10)


Enfilando el último día con el tiempo justo (para un español, claro) de comer y beberse la primera cerveza, el último día del Supersonic empezó en mi caso a las 14:45h con el concierto de Bong en el Space 2. Demasiado pronto para la propuesta de los ingleses, cuya mezcla de psicodelia minimalista y retazos doom empezó con la exhibición de un Shahi Baja, una evolución del sitar hindú en plan eléctrico que empezó a crear suntuosas y ligeras melodías sin apenas apoyo por el resto de la banda durante los primeros minutos. Luego entró el bajo y la guitarra con unos riffs que se iban arrastrando pesadamente mientras el bajista recitaba casi tanto como cantaba y el batería daba la puntilla con pequeños mantras que quedaban un poco escondidos tras la maraña formada por las cuerdas. Aunque el Space 2 estaba cerrado para crear un ambiente nocturno, biológicamente noté que a esas horas un concierto así quizás era demasiado fuerte para empezar el día. Ese mismo grupo ya entrando la noche o cuando ya llevas algo más de carrerilla hubiera sido mucho mejor recibido por mi parte, eso seguro.

Tras vagabundear un rato y tratar de no perder mucho calor corporal por el frío (horrible ese día), nos topamos en el mismo escenario de Bong con un grupo que parecía de lo más normalito (estilísticamente hablando, claro) de lo visto en todo el fin de semana. Mothlite me echaron un poco atrás al principio por el ligero parecido del cantante sobre el escenario con Brandon Flowers (The Killers). Con unos ademanes muy poperos que engañan a primera vista, luego ves que lo que le va a esta gente es una sanísima experimentación barnizada con un ligero pop que combina a la perfección con los sintetizadores de atmósferas industriales, con momentos de verdadera tormenta sónica gracias a un batería que lució horrores y que luego se marcó un doble pedal en uno de los temas que poco tenía que envidiar a cualquier grupo más duro. Además de esa parte más experimental, las pinceladas post-rock ayudaron a crear bonitas atmósferas que luego el vocalista remataba usando dos micros, uno normal y el otro para crear registros más fantasmagóricos. Buen sabor de boca el de los ingleses a pesar de los momentos de acople por parte de los micrófonos. Y es que luego investigas sobre ellos y te das cuenta que detrás de Mothlite se esconde la figura de Daniel O'Sullivan (que ha tocado en directo con Ulver, Sunn O))) o que ha colaborado con Jarboe y David Tibet de Current 93), o sea que no estamos hablando de unos novatos del tema, no. Concierto más que correcto de esta gente y que, para mi, se convirtió en uno de los descubrimientos del fin de semana.

Salir corriendo del Space 2 y llegar al Outside Stage no me llevó más de minuto y medio, pero desgraciadamente el trío japonés instrumental Nisennenmondai ya llevaban bastante más tocando. Segunda visita consecutiva del grupo al festival, cuya aparición en la edición de 2009 fue uno de los highlights de ese año. Y a pesar de que me tuve que quedar viéndolo por fuera de la carpa, entendí rápidamente la razón de traerlas de nuevo. Espectacular manera de tocar de las chicas, esa amalgama de post-punk, noise y krautrock, que lo mismo te recordaban a Sonic Youth que a Can o Neu!, con verdaderas odas al minimalismo y la distorsión ejecutadas con un nivel inhumano, me dejó el culo bien torcido. Empezando por la increíble batería, un metrónomo humano con una peculiar manera de llevar el ritmo, pasando por las hipnóticas líneas de bajo o los registros que abarcaba la guitarra, con ruidos, punteos y cualquier sonido que se le pudiera sacar, esas tres menuditas chicas dejaron a toda la gente alucinada con una exhibición de esas que dejan en ridículo a cualquiera que luego intente hacer lo mismo que ellas.

Tras pasar más frío inhumano nos fuimos a buscar el calor de la Old Library con el concierto de Mugstar. Otro grupo que, para variar (y van...), no conocía de nada, salidos de la ciudad de Liverpool en este caso, y que se apañaron un agradable show donde su psicodelia y krautrock se veía salpicada por algunos riffs de cadencia cuasi-stoner. Un espectáculo ver al guitarrista/cantante pegando saltos y marcándose cualquier pose mientras, literalmente, vivía aquello como una experiencia de tintes religiosos. Junto al resto del grupo, menos vivo, me hicieron disfrutar a pesar de que no les conocía de nada, y dicho sea de paso, me permitieron tomarme una de las pocas cervezas que no me tenía que ir cambiando de mano cada cinco minutos para evitar congelaciones graves.

Después de salir de la Old Library, hacer tiempo para comer, charlar por ahí, no me di cuenta de que ya estaba de nuevo en el Space 2 viendo el inicio de Zeni Geva. El caso es que mi plan original era ver a Michael Rother y sus Hallogallo, así que intenté respetarlo y me fui de cabeza al Outside Stage, donde, esta vez si, pude meterme dentro a fliparlo en colores. Y digo fliparlo en colores porque nada más llegar ya sonaba "Hallogallo", el tema que abría el disco debut de "NEU!". Estábamos ante un concierto homenaje a uno de los mitos del krautrock de la mano de uno de sus fundadores, y aquello fue como un viaje espacial repleto de nebulosas de colores imposibles y cegadores destellos de supernovas. La guitarra de Rother despegó y una vez salió de la atmósfera fue imposible volver atrás, y ayudado por unos copilotos de lujo como Steve Shelley (Sonic Youth) a la batería y Aaron Mullan (Tall Firs) al bajo, nos regalaron uno de esos shows donde la psicodelia y la electrónica creaban pasajes en los que era imposible no cerrar los ojos y dejarse llevar, flotar y cruzar el espacio al ritmo que ellos le imprimían a sus canciones. Un regalo para los oídos, para los amantes de la música en general, y una gozada ver a Michael Rother dando una clase magistral sobre el escenario apoyado en un repertorio literalmente alucinante.

Tras el dulce de Hallogallo, tocaba pagar penitencia y recibir nuestro castigo. El último concierto del festival iba a ser nada más y nada menos que el retorno de Michael Gira y sus Swans, una de las bandas que más han influenciado a una generación de músicos que se empaparon de sus sonidos, desde el post-punk, hasta el noise y el industrial, terminando con esos aires pop y folk que imprimaron su sonido con la entrada de Jarboe en la banda. Sin ella y con disco nuevo bajo el brazo, el Space 2 recibieron a las huestes de Gira, que sobre el escenario se hizo acompañar por un batería, un percusionista, dos guitarras, bajo, teclista y dos puntuales trombones de varas. Amenazaba tormenta pues, y tras una suave intro a base de ligeras y tintineantes percusiones, apareció la banda al completo y se pasaron los primeros minutos castigándonos, golpeando tan fuerte las cuerdas y los parches que parecía que la vía férrea que cruzaba por encima de la nave iba a caerse al suelo. Swans nunca han sido una banda cómoda de escuchar, al contrario, se hace difícil ser fan de un grupo cuya música representa el lado oscuro de las cosas de un modo tan visceral y tan intencionadamente falto de melodía y respeto por el oyente. Y en directo esta manera de ver la música aumenta exponencialmente convirtiéndose en un descenso a los infiernos que, o aguantas estoicamente hasta el final, o termina por hacerte salir de la sala. Michael, pletórico a las voces y en la interpretación de los temas, se acompañaba de miembros de pasadas épocas de Swans y de su periplo en solitario, y estos hicieron aullar y copular entre sí sus instrumentos de una manera salvaje, primaria e irracional en un final igual de ruidoso que el principio. Reconozco que hacia ese punto pensé en salirme, si, yo también pequé, hermanos. Y reconozco también que me sentía bastante incómodo con tanto ruido, pero pasadas unas cuantas horas (las seis-siete horas que dormí) empezó todo a cuajar en mi cerebro hasta asentarse del todo y convertir la experiencia en uno de los momentos álgidos del festival, y porqué no, del año de conciertos que llevo.

Con esto cerramos ya el Supersonic Festival 2010. Impecable en el aspecto organizativo, en su ubicación, y en el cartel, dejé la ciudad de Birmingham con una sonrisa de oreja a oreja. Quizás sea el menos ortodoxo, musicalmente hablando, para el público en general, pero ahí radica ese encanto de saber juntar una variedad de texturas musicales capaces de satisfacer incluso al más ávido devorador de experiencias musicales. Un referente, sin duda.

Conectado Con: Supersonic Festival 2010 @ Custard Factory, Birmingham (2ª Jornada - 23-10-10)

Conectado Con: Supersonic Festival 2010 @ Custard Factory, Birmingham (1ª Jornada - 22-10-10)


Texto:
Sergi Tomsen-Valdec

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