Standstill va dando pequeños y seguros pasos con los cuales va afianzado su propuesta. Siguen siendo ese grupo alternativo que hace años dejo el post-hardcore cantado en ingles para pasar a un rock propio cantado en español. Digo propio porque no se parece a nada, algo que les hace únicos, incomparables. De ahí que sea una banda de fans bipolares, de esos que te aman hasta la muerte o te odian con todas tus ganas. Poco a poco van siendo más de los primeros, aquellos que aunque toques cada tres meses en su ciudad te van a ir a ver, sobretodo porque saben que convences en directo, algo que ni la mitad pueden. Todo se lo deben a su experiencia tocando en salas de mala muerte a lo largo y ancho de Europa. De eso ya hace 10 años, pero 2 de que comenzara la gira de su “Vivalaguerra”, un disco que a la fuerza ya va pidiendo paso a nuevos temas, aunque él se resiste a dejarnos, y de vez en cuando vuelven a sonar en un escenario, esta vez el de la madrileña Joy Eslava.

Nadie se esperaba que llenaran, pues van por la 5ª vez que tocan con “Vivalaguerra” por la capital, pero son de esas bandas que si ves una vez repites. Bien pudo ser en la fiesta demoscópica de hace dos años, o bien en algunas de las dos visitas en la Heineken, o con su espectáculo 1,2,3, pero sea como fuere más de uno repetía. No solo ya el fan de la banda, ese que lleva desde hace muchos años siguiéndole, mucho antes que dieran su mejor disco en castellano, si no que los que se han enamorado de los catalanes con este disco. Un disco que suene donde suene triunfa, aunque como con todo mejor en una sala de buena acústica.

Un concierto medido, en el que salvo Piti, que estaba eléctrico, moviéndose para adelante y para atrás en el escenario, como si estuviera poseído, lo que demuestra cual es su banda de toda la vida, aquella donde es más feliz. El resto muy quietecitos en su lugar, ese que apenas abandonaron, y en el que como estatuas demostraron que la efectividad la ponen las canciones no ellos. Fueron cayendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, tal cual lo pedía cada uno de los temas, clásicos ya modernos como son “Por Todas Las Cosas”, “Poema Nº 3”, “Víctor San Juan”, incluso “Let Them Burn” y “Dead Man Picture”, temas cantados en ingles, los cuales iban demostrando que da igual de donde procedieran pues iban a sonar bien.

Y a una banda cuando el sonido le acompaña y ve las caras felices de los asistentes a su concierto se le pone una sonrisa tonta, que evidencia que aun son jóvenes, y que no se lo pueden creer. Madrid es una ciudad grande, y el 14 de abril la Joy Eslava era la sala donde más gente podía haber junta disfrutando de un concierto. Un concierto mítico, de esos que ponen el listón alto, los cuales provocan que las siguientes visitas a la capital tengan que ser algo más que mágicas, básicamente apoteósicas. Ellos pueden, como bien demostraron. Si les llevas siguiendo hace tiempo te habrás dado cuenta de que han mejorado, que suenan compenetrados 100% y que nada se les interpone en el camino.

Cuando decías que la critica estaba loca y que no entendías porque les apoyaban tanto, era porque no les habías visto en concierto, cosa que si hiciste esta vez te habrá hecho cambiar de opinión. Ahora solo queda que nos vuelvan a demostrar que pueden superar, y con creces, un gran disco como “Vivalaguerra”, pues en directo ya lo han conseguido.

A Las Charades, sin embargo, tanto les pierde, pues ellos son de pequeñas distancias, dentro de un estudio y entre amigos, pues cuando salen de su reducto los males y los gafes les atacan sin piedad. Su anterior bolo en los madriles dio fe de ello, algo que no consiguió que algún despistado se enamorara de ellos. Como tampoco lo hizo esta noche, donde volvieron a sufrir esos contratiempos que todos los grupos odian, y que acortan lamentablemente su set. Un set que tuvo grandes temas, además de alguno que otro nuevo, pero que estuvo bastante deslucido por esa maraña de ruido que fueron esa noche.