Cuando me enteré que la
Rock Kitchen iba a albergar la fecha madrileña de la gira de
Sick Of It All y
Madball no pude más que "alarmarme", pues solo había leído cosas malas acerca de ellas, sobre todo acerca del aire acondicionado. Aspectos que no iban a amargarme una buena noche de
hardcore made in New York, pues si algo iba a pasar era que íbamos a disfrutar como niños de dos de las mejores bandas en lo suyo, que a pesar de llevar años con la misma historia encima de los hombros, seguían (y siguen) siendo una referencia dentro de la escena, pues a pesar del tiempo siguen siendo bastante destacables, trayéndonos de forma regular discos bastante buenos como es el caso de "
Based On A True Story" y "
Empire", respectivamente.
Y así fue. Entrando en la sala sonando los primeros compases de
Madball, banda que en unos días iban a publicar su nuevo trabajo, el ya mencionado "
Empire", y que en directo demostraron lo que muchos ya critican, que aunque siguen siendo buenos en lo suyo, en directo suenan bastante iguales, es decir, que no destacan, pues a pesar de contar con la mole de
Freddy Cricien como cantante, de ponerle ganas y de sonar grandes canciones como: "
Set It Off", "
Look My Way", "
Hardcore Pride" o "
100%", no nos hicieron disfrutar como luego hicieron sus compatriotas SOIA. Se que no debería comparar pero lo visto después fue tan intento que es imposible.
Como os decía al final del párrafo anterior, lo vivido de la mano de
Sick Of It All fue solo comparable a esas noches mágicas cuando tienes 18 años recién cumplidos y asistes a uno de tus primeros conciertos
punk/
hardcore, o como se dice vulgarmente aun eres virgen en eventos de este tipo, donde todo lo que tocan te suena a gloria y donde cualquier fallo que tengan, sea de sonido o de cualquier otra cosa, es para ti un aspecto más, donde la banda demuestra que hasta los genios se equivocan. Quizá me este pasando de elogios, pero los que allí estuvieron saben que pocas veces se ve a una banda tan enchufada, donde sonara lo que sonara ("
Death Or Jail", "
Scratch The Surface", "
Step Down" o "
Call To Arms", entre otras) nos parecía bien pues nos incitaba a volvernos locos y liarla con
pogos,
circle pits,
wall of deaths y
stage divings. Poco más se les puede pedir a una banda como la suya que el que, a pesar del paso de los años, la esencia dejada en su "
Live In A Dive" siga intacta, salvo por algún que otro tema nuevo añadido. Si os gusta el
hardcore deberíais ver al menos una vez en vuestra vida a los neoyorkinos, pues su directo debería ser, salvando las distancias eso si, como La Meca para los musulmanes o Santiago de Compostela o Lourdes para los cristianos.
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